SUDAFRICA 2011: Diario de viaje

La gira a Sudáfrica de 2011 fue una de las más grandes que se haya organizado en el club. Más de 200 personas integraron la delegación, que contó con las camadas 1995, 1994, 1993, 1992 y 1991, además de un gran equipo de colaboradores. El recuerdo imborrable de un viaje único, en el diario escrito por Mariano Maffía.

Partida y arribo

Partimos desde Los Tilos tal como estaba previsto. Ezeiza nos contuvo durante varias horas, donde los chicos visitaron free-shop, kioscos y bares, saciando sus ansiedades. Finalmente embarcamos en una nave Malaya y tuvimos un viaje tranquilo.

Al llegar, luego de hacer migraciones y ser todos aceptados, M16 y M17 partieron directamente hacia el legendario Estadio Newlands para hacer una visita guiada por sus instalaciones, vestuarios que albergaron a los mejores equipos del mundo, y sus gradas, con ascensores que cargan hasta 17 personas. Su museo, donde atesoran casi toda la historia del rugby mundial, como una camiseta de Los Pumas del 65 que luce en sus vitrinas entre otras reliquias del deporte. La otra parte del contingente fue derecho hacia el hotel para hacer el check-in. Luego, invertimos los roles. Los del hotel hacia el estadio y los del estadio al hotel.

Algo de shopping y primeros partidos

Un grupo se fue a hacer compras a Canterbury mientras el otro conocía la feria de Green Market, donde peleábamos los precios con los vendedores y así adquiríamos objetos típicos para traer a nuestros afectos. Luego de almorzar nos dirigimos a afrontar nuestro primer desafío deportivo con los alumnos del Schoonspruit High School.

El barrio en el que se encontraba la cancha denotaba que se trataba de gente más bien humilde, con casas sin lujo. Sin embargo los chicos se hallaban todos uniformados con pantalones grises, camisas blancas y chaleco de lana, curiosamente por la altura del año y la temperatura del día (aproximadamente 25/27 ºC).  Fuimos amablemente recibidos y nos preparamos para jugar los primeros partidos. La tira era desde M16 B hasta M19 A, es decir, siete partidos para toda la tarde. Las canchas (dos) tenían un césped excepcional, referees y linemans uniformados con sus atuendos de color amarillo daban la nota de color sobre sus pieles oscuras.

Fue una tarde soleada y de puro rugby. Entre las canchas chicos argentinos y africanos jugaban a la tocata y al fulbito mientras dentro de los campos de juego seguían  disputándose partidos. Los resultados fueron mayormente favorables a nosotros.

La tribuna una fiesta. Se mezclaban los cánticos de “barriobrero” con las danzas y cantos africanos entonados por las mujeres (madres y familiares en su mayoría) que alentaban a sus equipos. Terceros tiempos para todos y ya de noche, vuelta al hotel.

Clínica de rugby y visita a Robben Island

El tercer día nos recibió con una clínica de rugby en la ciudad de Stellenbosch, distante a unos 40 minutos de Ciudad del Cabo. Allí tuvimos nuestras primeras clases de cómo entrenar para atacar los espacios y evitar los puntos de encuentro. Muy enriquecedora, por cierto, para los jugadores y los entrenadores.

Mientras un grupo hacía estas clínicas otro paseaba y conocía el puerto y sus instalaciones comerciales (Waterfront). Una especie de Puerto Madero más extenso y con particularidades locales (grupos de música tocando en las calles, locales típicos y patios de comidas, entre otras cosas).

Por la tarde, una de las experiencias más fuertes e históricamente mas enriquecedoras. Partimos todos hacia ROBBEN ISLAND, la isla donde estuvo prisionero durante 17 años Nelson Mandela. Desde Waterfront embarcamos en un catamarán para 400 personas, desde donde navegamos durante aproximadamente 20 minutos. Al llegar a la Isla nos esperaban unos buses para trasladarnos en una visita guiada donde ex presos políticos oficiaban de guías y nos contaban, con conocimiento de causa, cada uno de los lugares que visitábamos. Por ejemplo, una caverna que oficiaba de baño durante los trabajos forzados (picapiedras) lugar en donde se gestó, entre otras cosas, la constitución de la república libre de Sudáfrica. También allí se debatían las políticas que debían seguir antes de liberarlo a Mandela. Luego recorrimos las instalaciones de la isla que, en algún momento, albergó a casi 300 familias. Hospital, escuela, iglesia y demás edificios se iban sucediendo en el viaje. Finalmente llegamos al lugar más esperado. Las celdas. Pudimos apreciar el estado -aún conservado- de la celda donde durante 17 años permaneció encerrado Mandela. Aun están allí su mesita, su basurero y una manta. Si bien, algunos de los chicos aprovecharon para sacarse fotos dentro de otras celdas, simulando ser detenidos, fue emocionante pensar que en ese reducido espacio (dos por un metro y medio) estuviera durante tantos años uno de los hombres más importantes de la historia y que además, no guardara ningún tipo de resentimiento contra la sociedad que lo encarcelara por un lapso total de 27 años. Tal vez, una de las experiencias más emocionantes de este viaje.

Cango Caves y un poco de playa

Al día siguiente, domingo 20 de marzo, partimos todos hacia la ciudad de Wilderness, a unos 450 km de Ciudad del Cabo. Hermoso paraje costero con un hotel de estilo Inglés con canchas de tenis, pileta, pool, golfitos y demás entretenimientos que hicieron de una relajada estancia. Frente a éste, un gran parque permitía que los equipos entrenáramos en diversos turnos, como así también ir a la playa o, por la tardecita pasear por su pequeño centro donde varios bares y una plaza completan, junto a un pequeño mini-market y una estación de servicio, todo el casco urbano.

Desde allí partimos hacia las Cango Caves, algo así como grutas o cavernas de formaciones rocosas con estalactitas y estalagmitas de una belleza increíbles. El recorrido tenía algunas partes dificultosas para los gordos y los excedidos en años, lo que no impidió que todos intentaran lucir sus habilidades contorsionistas.

Mientras un grupo conocía estas maravillas naturales, el otro grupo disfrutaba de las bondades de la ciudad de Nysna y de las hermosas playas de Pettenberg Bay. El fútbol y la tocata ganaron la playa y, nuevamente pudimos compartir ambos deportes con jóvenes africanos que se acercaban para jugar con nuestros jugadores.

Puestos de comidas sobre la playa nos permitieron gozar de los frutos de mar y las infaltables hamburguesas para los más jóvenes. El mar de una transparencia y frescura grandiosa.

Ciudad del Cabo y nueva clínica de rugby

Vuelta a Ciudad del Cabo realizamos la segunda clínica de rugby. Esta vez un lujo. El entrenador de los Stormers, señor Coetzee, equipo que actualmente lidera el torneo llamado Super Rugby y su colaborador de forwards, nos dieron una excelente clase de cómo entrenar ruck, line y juego desplegado. Además de su didáctica para explicar cada uno de los movimientos y destrezas, es de resaltar la humildad de ambos entrenadores. No sólo en ese momento sino luego, cuando fuimos a ver jugar a los Stormers vs. Western Force en el estadio Newlands. Trajeados para la ocasión y ante todo su público, no escatimaron saludos hacia las plateas donde los chicos de Los Tilos los saludaban y aplaudían. Una verdadera demostración de humildad.

Sábado a puro rugby

Por la mañana, segundo encuentro entre Los Tilos y diversos equipos colegiales: Bosmandsdam, Bellville South y SACS fueron los equipos que tuvimos que enfrentar. Nuevamente los resultados fueron en general favorables a nuestros equipos, lo que nos deparó una gran satisfacción sobre los progresos de nuestras juveniles. Los chicos, luego de sus partidos, pudieron fotografiarse y entablar algún que otro vínculo con las chicas de Hockey.

Por la tarde todos al Newlands para ver a los Stormers derrotar ampliamente al equipo australiano que cuenta entre sus jugadores, al rubio escurridizo O’Connor. Una verdadera fiesta y un gran partido.

Regreso y reencuentro con familiares

El domingo temprano partimos hacia el aeropuerto para luego embarcar nuevamente en la aerolínea Malaya, y con un excelente comportamiento de los jóvenes arribamos al Barrio Obrero al encuentro con nuestros familiares que esperaban ansiosos el regreso.

Una gran experiencia deportiva, humana y cultural.

Los jugadores tuvieron un buen comportamiento y además, la suerte de no sufrir lesiones ni contratiempos que empañaran el paseo. Gracias al Club de Rugby Los Tilos por haber hecho posible esta inolvidable experiencia.

FOTO: Jorge Ronderos

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