Dos historias y un mismo camino (segunda parte)

A continuación reproducimos una nueva nota escrita por Mariano Maffía, sobre la experiencia de enseñar rugby a jóvenes institucionalizados. La misma fue publicada en la edición Nº 11 de la revista "Niños, menores e Infancia", del Instituto de Derechos del Niño.

Hace dos años se realizó una publicación, bajo el título “Dos historias y un mismo camino”, contando cómo un proyecto institucional a cargo de la Secretaria de Niñez y Adolescencia de la Provincia, que llevan adelante los profesores de Educación Física Gastón Tuculet y Ariel Rodríguez, en el marco del programa Vida Dinámica, enseña rugby dentro de los institutos de menores como actividad educativa. Allí contamos cómo este programa desarrollado en institutos de menores en conflicto con la ley penal (cerrados) con la colaboración del Area social de Club de Rugby Los Tilos, confluyó para que se enriqueciera la actividad, logrando que los internos recibieran un plus en su educación gracias a que jugadores del Club Los Tilos se acercaban a las instalaciones, una vez por mes, a participar y compartir con el trabajo de los profes. El rugby, como juego y sus valores implícitos, como complemento educativo, tuvo y tiene hasta ahora una gran capitalización para los internos pues permite, a través del juego, es decir jugando, aprender no sólo sus reglas, sino también canalizar la violencia que sus vidas en conflicto llevan bajo su piel, descargando, dentro de las normas permitidas, toda su vehemencia en cada acción del juego y, aprehendiendo, además, cuestiones relacionadas al folcklore de este deporte.

La contrapartida de ello para los jugadores del club, resultó una enseñanza y una apertura de sus horizontes sociales, muchas veces acotado a otros ambientes, conociendo la realidad interna de los Institutos y de sus habitantes, aprendiendo a dar, a ser solidarios y docentes con los que más lo necesitan. Compartir jugando, pero mucho más que eso, transmitiendo, aún sin darse cuenta, tiempo, afecto y diversión, cosas que no siempre están al alcance de los internos.

A partir del año 2017, el rugby se introdujo -dentro del mismo programa-, en los institutos asistenciales. Paralelamente a la enseñanza en los institutos cerrados, la que sigue creciendo en distintos puntos de la provincia, se implementó esta actividad en dos Institutos de la ciudad. 

Una vez más, en colaboración con el programa, Gastón Tuculet acudió a su club formativo en el deporte para trabajar en forma conjunta.
Este desafío se tornaba más ambicioso y, además, con algunas dificultades que debían ser resueltas y coordinadas con distintos operadores.
A diferencia de los institutos cerrados en donde son los jugadores del club los que se acercan a ellos para poder colaborar con la tarea en el lugar, aquí, debido a las edades de los chicos, debían ser éstos trasladados hasta el club para que pudieran llevar adelante la actividad deseada.

Llevar niños y jóvenes, de entre 9 y 14 años de edad, institucionalizados bajo el régimen de la Secretaría Provincial a jugar al club Los Tilos. 
Luego de analizar las variables propias y, dentro del marco de un convenio que el club y la Secretaria de niñez y adolescencia firmaron unos años atrás, se resolvió que cuatro niños, uno de 10, otro de 11 y dos de 12 años de edad, empezaron a entrenar normalmente, cumpliendo los horarios de entrenamiento semanal (martes y jueves de 19 a 20:30 hs.) y los partidos (sábados entre las 10 y las 13 hs.).

Aquí se empiezan a activar distintos mecanismos de trabajo conjunto y aparecen los distintos operadores.
Fue necesario que el Instituto trasladara en un móvil de la Secretaría a los, chicos en este caso desde el Instituto de Villa Elisa y que una profesora, también perteneciente al instituto, los acompañara mientras durara la actividad.

El club, por su parte asoció a los chicos, a través de un programa de becas con el que cuenta, para que cumplieran con las exigencias propias de la actividad, condición indispensable para ello, como así también certificar médicamente que los niños estuvieran aptos para su práctica, todo esto, teniendo en cuenta las responsabilidades institucionales frente a los distintos riesgos, no sólo los deportivos, sino también los traslados cuando los equipos juegan en otros clubes y, además, cumplir con las exigencias propias de la Unión de Rugby de Bs. As. que cuenta con seguros para los jugadores de los clubes inscriptos y asociados por lesiones producidas en juego.

Los Tilos tiene, desde hace varios años, un banco de ropa deportiva interno que brinda la vestimenta y el calzado a los jugadores que no lo tienen o no lo pueden conseguir. El banco se nutre de las donaciones que hacen los mismos jugadores en actividad y los que dejan de jugar y está administrado por el Área Social del club.

Así, este tercer operador institucional, también colaboró para facilitarles a estos chicos poder llevar adelante su deseo. Sin la contención ni el apoyo familiar, el club pudo, de esta manera, suplir esta otra carencia que forma parte de la vida de estos niños y adolescentes.
Guardo en mi retina, entre los mejores recuerdos presenciados, ver sus caras al momento de vestirse con el equipo completo, luego de probarse distintos talles y distintos modelos de botines hasta dar con los adecuados, pero eso, será motivo de otra historia.

Hasta aquí, una buena combinación entre un organismo del Estado Provincial dispuesto a brindarle a sus instituidos otra forma de contención, dos profesores con una sensibilidad especial que, dando un plus a su trabajo programático, lograron que su empeño trascendiera los muros institucionales y, una organización sin fines de lucro, llamada club de rugby que si bien desde siempre tuvo sus puertas abiertas para recibir a quién quisiera practicar este deporte, colaboró de manera organizada y responsable con los medios institucionales y los recursos humanos con los que cuenta, para facilitar y permitir que esta tarea se pudiera llevar adelante. Sobre todo, los recursos humanos del club permitieron y facilitaron que los protagonistas de esta historia, los chicos, recibieran la atención, el afecto y contención tan necesaria.

Durante todo el año 2017, los chicos concurrieron a los entrenamientos y a los partidos que, es dable aclarar, no son siempre en la ciudad de La Plata. 
Los encuentros infantiles pueden desarrollarse en los distintos clubes de esta ciudad y, muchas veces, en clubes de Bs. As. para lo cual los horarios son más extendidos. Los micros salen a las 7.30 hs. desde el Club y vuelven, aproximadamente a las 14 hs.

Al principio, era el propio Gastón, en su carácter de profesor de la institución, quién todos los sábados se acercaba hasta el instituto y, como una suerte de padre sustituto, los retiraba de allí y los depositaba en el club, dejándolos en manos de sus entrenadores. Una vez finalizada la actividad, repetir la tarea inversa, ir por ellos y llevarlos de vuelta al instituto, ya que los fines de semana y en estos horarios, no cuenta la institución ni con el móvil, ni con la profe tutora de los entrenamientos.

Con el correr del tiempo y afianzado el vínculo entre los niños, y ambas instituciones, permitió que padres o entrenadores, indistintamente, también actores principales de esta historia, pasaran por el Instituto de Villa Elisa en busca de los chicos y luego, al finalizar la jornada, los llevaran nuevamente al Instituto, surgiendo así varios y nuevos padres sustitutos.

Los cuatro chicos que experimentaron esta primera etapa puesta en funcionamiento, se integraron perfectamente a la actividad, al juego y al grupo de compañeros, convirtiéndose en cuatro nuevos jugadores infantiles más del club.

Y si bien esta historia podría terminar aquí, con un agradable “final feliz”, como tantas historias no contadas que pululan entre la gente que nos rodea a diario y, además con una enseñanza o moraleja para todos aquellos clubes que quisieran imitarla, tuvo otros tres resultados inesperados.

El primero, fue un paseo más allá de las fronteras de la ciudad. Al finalizar la temporada, los equipos del club cierran el año con una gira a distintos puntos del país. Estos niños fueron invitados como parte de los equipos que integraron a Tandil, unos y a Mendoza, los otros dos, donde pudieron compartir, junto al resto de los chicos, entrenadores y padres acompañantes, la misma experiencia que suelen disfrutar casi todos los años, sus ahora compañeros de equipo.

El segundo, fue compartir junto a una de las familias del club las fiestas de fin de año. El padre de uno de estos compañeros de equipo, invitó a dos de ellos, los que resultaron compañeros de su hijo por la división en la que les tocó jugar, a pasar las fiestas navideñas y de fin de año en su hogar, junto a su familia, integrándolos como parte de ella.
No cabe, en estas páginas, describir la alegría de estos chicos. Es infinita. De ello da cuenta un hermoso audio que quedó guardado en los oídos de quién cuenta esta historia en donde, luego que este amable padre facilitara su celular para que este niño, invadido de alegría, le enviara a su entrenador un emocionado saludo navideño. 

Y el tercero fue que ocho niños y niñas, del mismo instituto fueron, durante el verano 2017/2018 a la colonia de vacaciones del club de rugby Los Tilos, entre los meses de diciembre y marzo, participando de ella junto a los niños que anualmente concurren, con un resultado que excede las líneas de esta nota. Pero esto también formará parte de otra historia.

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